La verdad es que no estoy preocupada ni por el hecho de viajar con RyanAir. Aún sabiendo lo ladrones que pueden llegar a ser con las facturaciones a última hora. Las ofertas se toman o se dejan en ese mismo momento y desde luego, no quería quedarme de nuevo mirando el cielo.
Debo reconocer que me gustaría encontrarme con el agradable saludo de una azafata de Pan Am llamada Colette Valois al entrar al avión pero ni son los 60 ni mucho menos, vivo en Nueva York. Así que me tocará seguir soñando con trajes azules y una sonrisa de infarto.
Por cierto, se me olvidaba decir que tengo unas ganas voraces de volver a mi queridísima Italia. Además, allí me espera Costanza. Hace un año que no nos vemos. Ya va siendo hora.
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