Últimamente, no tengo tiempo para escribir y mis ganas se evaporan después de tantas horas frente a un ordenador sacando otros proyectos adelante. Realizar prácticas de empresa teniendo un problema con el perfeccionismo no es muy llevadero, la verdad.
Debo haberme vuelto vieja y becaria a partes iguales. En caso contrario, la inspiración puedo haberla olvidado en Madrid. Aunque quizás la tiré por equivocación a la basura la última vez que limpié mi habitación.
Recopilar, redactar, diseñar, comprobar y publicar no son verbos tan divertidos como otros de primera conjugación. Lo cierto es que llega a ser un poco estresante. Intento autoconvencerme que una vez quede todo diseñado, el resto ya será más mecánico y no sufriré como estos últimos días.
Actualmente, estoy en Ciudad Real. Llevo desde el jueves y lo que en un principio iba a ser un retiro espiritual se ha convertido en domingos de resacas intensas que valen por días de copas y más copas desde el mismo día en que llegué. Al menos, las he pasado durmiendo acompañada de una amiga con la que es imposible aburrirse.
Es tarde y tengo los ojos como dos auténticas puñaladas. Me voy a dormir. Mañana debería madrugar y empezar a estudiar Historia de España porque se acercan los últimos exámenes de mi carrera y tengo la ligera sensación de que el toro ya viene a por mi.
No sé si soy yo o la propia ciudad la que ha cambiado pero me gusta. A fin de cuentas, no está tan mal.
Debo haberme vuelto vieja y becaria a partes iguales. En caso contrario, la inspiración puedo haberla olvidado en Madrid. Aunque quizás la tiré por equivocación a la basura la última vez que limpié mi habitación.
Recopilar, redactar, diseñar, comprobar y publicar no son verbos tan divertidos como otros de primera conjugación. Lo cierto es que llega a ser un poco estresante. Intento autoconvencerme que una vez quede todo diseñado, el resto ya será más mecánico y no sufriré como estos últimos días.
Actualmente, estoy en Ciudad Real. Llevo desde el jueves y lo que en un principio iba a ser un retiro espiritual se ha convertido en domingos de resacas intensas que valen por días de copas y más copas desde el mismo día en que llegué. Al menos, las he pasado durmiendo acompañada de una amiga con la que es imposible aburrirse.
Es tarde y tengo los ojos como dos auténticas puñaladas. Me voy a dormir. Mañana debería madrugar y empezar a estudiar Historia de España porque se acercan los últimos exámenes de mi carrera y tengo la ligera sensación de que el toro ya viene a por mi.
No sé si soy yo o la propia ciudad la que ha cambiado pero me gusta. A fin de cuentas, no está tan mal.
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