No se cuando he perdido la noción del tiempo pero la verdad es que esta sensación de eterna inhibición me toca, me acaricia y me susurra que quiere venirse a vivir a mi alma, en la cual se venden habitaciones para vivir. Razón aquí.
No comprendo nada, mi mente no rige demasiado bien, quizás esté envenada, intoxicada o simplemente haya dejado de funcionar hace tiempo y en su fiesta me colé, como diría Mecano, y sigo preguntándome cómo pude terminar en semejante cuna del petardeo snob madrileño, Pacha.
Recuerdo los tequilas, las copas a las que me invitaban y que a la larga me salieron caras, desde hoy, Toledo ha perdido su encanto, pero odio decir que disfrute como una niña pequeña que estrena zapatos nuevos, porque todos nos miraban y decidimos gozar del momento. Para mis nuevas princesitas, yo soy italiana de corazón, y yo creo que debo tener algún antepasado de La Camorra.
Que al día siguiente miro el móvil y he recibido mensajes en idiomas desconocidos y la Casa Roja ya conoce mis hazañas y saben que conmigo sólo es viable una mala vida y me adoran por ello, tuve un gran profesor, Sr. Mamarracho ha dejado buena escuela en Madrid.
Sigo pensando lo genilisimo que es llegar a casa a las siete de la mañana y decidir con mis nuevas pupilas, desayunar pasta con la receta de la madre de mi nueva enfermera, mientras yo no puedo más con mi vida, ella me cuida, me mima y me canta: "estoy aburrida de estar tan salida, impulso sexual dejame ya en paz ..."
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