Sentada en un escalón, Marta entabló conversación con una chica que acababa de llegar a Madrid hacía poco tiempo. Ella le relataba su historia. Sí, una de amor y Marta no pudo dejar de sentir envidia al escucharla.
Sonrió levemente pese a que su corazón había vuelto a romperse. Ella misma había oído cómo se resquebrajaba por dentro pero no dudó en hablarle sobre sus tatuajes y las historias que cuentan.
En el fondo, Marta no pudo evitar sentirse un poco triste. En alguna parte de su tenebroso interior tenía la certeza de que, lo que aquella chica había vivido sólo podía suceder una vez. Ya no valía de nada imaginarlo porque no ocurriría. La oportunidad había pasado frente a ella.
De repente, Jesús apareció con el torso desnudo y se tapó la cara al verla fumar en la terraza. No quería verla con los ojos hinchados, la mirada perdida y jugando con sus propios círculos que creaba con su cigarro.
- ¿Por qué te tapas la cara Jesús?
- Déjame, no quiero verte así.
- No te preocupes, se me pasará. Ya sabes como soy.
- Sí, lo sé pero no quiero hacerlo.
- Tranquilo, soy consciente de que ya no me queda ni la posibilidad de soñar.
- Lo siento mucho, cariti.
- Yo también. Ellas gastaron mi última bala pero son felices y eso es lo que cuenta.
Scanners – Lowlife
Publicar un comentario