Este fin de semana, la cosa ha ido de sueños reveladores o que me mantienen con la mente activa y el blog actualizado. Lo cierto es que rescato sentimientos aparcados o que vuelven con más fuerza que nunca y me hacen replantearme un futuro suspensivo.
Anoche estuve en Teotihuacan con mis padres y unos amigos suyos. Lloraba de la emoción de ver las pirámides de nuevo. Sobre todo, porque me sentía en casa, estaba en México y mi corazón bombeaba al más alto nivel.
Sin embargo, al despertar todo se había desvanecido. Sólo quedaban unos ojos llenos de lágrimas que no arrojé en su día y la sensación de que jamás tenía que haber vuelto a España.
Era afortunada con Joel como jamás lo he sido con nadie. No nos iban a dar un premio a "Pareja del año" pero nos amábamos sin mesura y eso era lo importante. A fin de cuentas, no necesitaba a nadie más para ser feliz.
Anoche estuve en Teotihuacan con mis padres y unos amigos suyos. Lloraba de la emoción de ver las pirámides de nuevo. Sobre todo, porque me sentía en casa, estaba en México y mi corazón bombeaba al más alto nivel.
Sin embargo, al despertar todo se había desvanecido. Sólo quedaban unos ojos llenos de lágrimas que no arrojé en su día y la sensación de que jamás tenía que haber vuelto a España.
Era afortunada con Joel como jamás lo he sido con nadie. No nos iban a dar un premio a "Pareja del año" pero nos amábamos sin mesura y eso era lo importante. A fin de cuentas, no necesitaba a nadie más para ser feliz.
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