Siempre pensé que jamás me sucedería y es cierto que me he vuelto escéptica con el asunto que hoy ocupa el tema de mi entrada. Cosas así deben quedar reflejadas para la posteridad. La Virgen, esa gran mujer, siempre me llamó más la atención que aquel "melenas" que bien podría ser un José Antonio Labordeta de antaño con tanto viaje.
Como mujer tajante y que no se deja regir por arrebatos o "triquiñuelas" ajenas (ironía al canto) es por todos bien sabido que lo ocurrido esta mañana en mi cama es el comienzo de una noche sin precedentes puesto que mis ojos se quedaron petrificados al ver semejante mujer ahí sin más a escasos centímetros de mí, dándolo todo y yo sin saber que decir.
Circunstancias así desatan en mí sensaciones desconocidas y si, me he enamorado. Quizás es difícil de entender pero ha sucedido sin más, así de claro y conciso lo comunico en un blog que bien podría ser la comunicación institucional de la mismísima Casa Real, con Jaime de Marichalar obviamente a la cabeza puesto que sus negocios siempre me han parecido blancos y cristalinos.
Mis nocturnidades madrileñas están matando mi castigada garganta y es que por más que bebo agua e intento cuidarme, mi cuerpo va por otros senderos al igual que el melocotón en almíbar, que se mantiene perfecto con ese líquido a excepción de que el mío, es puro alcohol destilado.
Enamorada de ella me hallo, su nombre Rebeka y ni La Virgen tiene tanto arte.