Archivar como diciembre 2009

Miriendando trozos

Intentaba escribir mis tardes contigo en una Moleskine que se ha convertido en un diario de acontecimientos pasados por agua pero que nunca pudren sus hojas.

Tu humanidad delata a mi sonrisa y es que no puedo decirlo más alto y más claro. Quizás, soy así de predecible contigo y con ella.

Que quiero merendar para siempre en esa casa que amueblar de fotografías. Y es que todo, ojalá parezca siempre tan mágico y adictivo como comer con las manos.

Gracias por todo princesita Flamingo ^^



P.D: Elige una ciudad que tenga su propia Moleskine Maps ;)

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Qué fiesta más rara [Parte I]

"Toda fiesta tiene unos preparativos.
Y son éstos, los que determinan el éxito de una fiesta".

Tras una cocina por donde el Katrina hizo su estelar aparición viene una cámara de gas "Nelli" donde morir asfixiada hubiese supuesto una honorable muerte en acto de servicio. La guerra había comenzado.

La bandera ondeaba orgullosa, silbaban las hombreras, se pedían refuerzos de Zoco y el himno sonaba a Alaska y los Pegamoides mientras los vecinos maldecían a los rebeldes de la Casa L.

Pilar Nassarre, gimnasta reconocida a nivel nacional, enseñaba lo que podría denominarse un nuevo arte marcial y alguna que otra técnica de seducción para la lucha cuerpo a cuerpo con el enemigo.

Los heridos en la batalla del carrito de compra maldito y la lasagna interminable buscaban auxilio en los sofás. El tabaco al igual que las enfermeras brillaban por su ausencia pero ganábamos la guerra y eso era lo importante.

Los 80 habían vuelto con fuerza en las periferias de Madrid convirtiéndose en una fiesta de alta alcurnia. Sin duda alguna, son acontecimientos difíciles de describir y relatar cuando tu mente se paraliza y tan sólo puedes ver a tu alrededor un cuadro que te gustaría perpetuar en tu memoria.

Todo te resulta asombrosamente perfecto y carente de una mediocridad en la que sumergida me encontraba.

La Casa L se redecoraba sola y es que el cumpleaños de la Srta. Sierra era un gran motivo por el que hinchar globos hasta hiperventilar y darse cuenta de la poca manualidad de las que allí nos encontrábamos.

Y todo muy arte y muy voraz. Incluso el repentino hacinamiento en una de las habitaciones por la llegada de la policía merecía una mención en una entrada que no me termina de convencer.

Supongo que será algo simil
ar a que a los invitados no les agradase lo suficiente esa mezcla de Zoco y kalimotxo que servidora y Nassare se marcaron con el despiste y desate que muchas ya llevaban encima.

Lo demás siempre será secreto de sumario y es que a buen entendedor pocas palabras. No obstante, aportaré pruebas cuando las tenga en mi poder.

Qué fiesta más rara [Parte II] próximamente, gracias.

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TranGparente

Si, así es como me siento cuando estoy contigo. Que tu bordería se ha convertido en un café que siempre se acaba demasiado pronto para mí.

Amenazo al reloj para que no se mueva, que se congele y que el momento no me traiga una despedida con palabras silenciadas y no me deje con las ganas de prolongarlo más.

Me conoces, no tengo secretos para alguien que me ha descubierto y mi sombra parece no asustarte. Te miro, me formulo preguntas que nunca disparo y mi cabeza siente un delicioso miedo que resurge como antaño.

El humo de tabaco que me envuelve tan sólo intenta protegerme, pero mi fachada parece estar en obras mientras que tu te paseas por los andamios conociendo la mayoría de los entresijos que hay en mí.
Mi transparencia me da miedo pero a la vez, la tranquilidad de no tener porqué disimular.

Pienso y recapacito. Vuelvo a leer y suprimo líneas. Una entrada con la que escribo mi propio epitafio cibernético que termina con este punto y final.
casualidad.
(De casual).
1. f. Combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar.
Creo que eso es lo que eres y ahora, me pregunto qué hacer yo con todo esto cuando en mi cabeza retumba con fuerza la frase que quería tatuarme hace ya tiempo.

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Bocetos

A medida que transcurren las horas, mi mente se refresca y recuerda con mayor fluidez las dos últimas noches navideñas vividas. No he echado de menos Internet y sobre todo, he disfrutado del sofá de la Casa L que tan buenas vibraciones me causa siempre.

Sin embargo, mis ganas de escribir no cesaban y se acumulaban poco a poco. Mi cabeza, como si de un miembro independiente se tratase, funcionaba al libre albedrío y se dejaba llevar por las extrañezas en las que se sumergía.

Mientras me dedicaba a fumar sentada en el sofá, observaba a aquella niña que no paraba de crear. Su pequeña espalda se cubría con su castaño pelo rizado. Sus manos se movían rápidas y con la precisión de un cirujano experimentado con unos bolígrafos y rotuladores de colores arañados de cajones.

No hay nada mejor en esta vida que la sensación de paz que te emborracha cuando has vivido una semana como la mía. Frenética y asfixiante como puede aportarte la asignatura de Marketing aunque también tengo que añadir que sigo sin conocer al profesor.

Mi fin de semana comenzaba el domingo. A mi espalda, una semana de trabajos, lecturas, impresiones y entregas que se acercaban a mí con la intención de meterme mano y no creo que con muy buenas intenciones.

Me sentía extrañamente cautivada, tranquila y algo soñolienta mientras el humo escribía palabras que no terminaba de cuadrar en un puzzle gramatical desconocido.

Volvía a equivocarme pero esta vez me gustaba la sensación de fracaso que tantas veces he intentado ocultar. Su nombre retumbaba en mis oídos y me ponía colorada ante tal azoramiento.

Ayer, también lo hizo y mañana, es posible que también sea la misma historia con erratas previas que no me dejan tiempo para la comprensión de una musicalidad como aquella y que grita desde dentro.

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Post-it ^^

Gracias por no abandonarme con los 500 gatos que maullan en mi puerta.
Gracias por entenderme más o menos y/o hacer el esfuerzo.
Gracias por no quejarte y enseñarme palabrotas bonitas.
Gracias por convertir mi nocturnidad en una entrada que me hace sonreír.
Gracias por darme las buenas noches, lo necesitaba.
Gracias, simplemente, por haber estado casi "técnicamente".
Te debo una (más).

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Un, dos, tres ... dos mil diez

Improvisaba canciones, posibles comienzos de entradas a mi blog, tareas que debo realizar mientras el agua caliente de la ducha hacía desaparecer la irascibilidad desatada por ser lunes.

Estoy un tanto perdida. Busco la manera de volver a mis orígenes oscuros en el arte de escribir pero prefiero no hacerlo en estos momentos. Básicamente, me mantengo a la espera del momento perfecto.

Desenmascaro ideas que ocupan espacio en mi mente, dejo fluir mis dedos sobre un teclado que reconoce cada una de mis yemas y me deleito con el suave ruido que las teclas proporcionan a mis oídos. Una canción que se sucede hace ya cuatro largos años.

Dicen que es Navidad. Tiempo de promesas, buenas intenciones, felicidad de cartón piedra y como no, de sacar esa humanidad que el resto del año se encuentra guardada bajo llave en el sótano.

La entrada al 2010 es, para muchos, una salvación. Creen ciegamente que con ello se obra el milagro. Sin embargo para otros, es simple año nuevo que arrastra, en ocasiones, los mismos problemas que el año anterior pero con "aires renovados".

Y es que tan sólo tengo ...
Ganas de que pase la Navidad. Ganas de aprender a querer bien. Ganas de vivir sola. Ganas de marcharme para siempre de Madrid. Ganas de verano. Ganas de dormir. Ganas de abrazar. Ganas de acariciar. Ganas de reírme. Ganas de tener ganas. Ganas de tener un trabajo apasionante. Ganas de hacer fotografías. Ganas de ti. Ganas de mí. Ganas de entenderte. Ganas de besarte la nuca. Ganas de sacarte una sonrisa.

Ganas de tostadas de aceite y café con hielo. Ganas de finalizar mi carrera. Ganas de que me aparezcan más alternativas. Ganas de que alguna vez las cosas vayan bien. Ganas de que de el paso. Ganas de hablar. Ganas de sincerarme. Ganas de poder olvidar de una vez. Ganas de empezar de cero. Ganas de no pensar que la vida es complicada. Ganas de no pensar que el amor es complicado.

Ganas de no pensar que la falta de voluntad es mi gran defecto. Ganas de borrarme Tuenti. Ganas de tener una vida más ordenada. Ganas de aprender a valorarme de forma adecuada. Ganas de saber y aprender. Ganas de leer. Ganas de visitar y conocer. Ganas de mirarte y sonreír sin decir ni una palabra. Ganas de dar la vida por las cosas que me motivan. Ganas de que todo el mundo desaparezca de la Tierra. Ganas de desaparecer del mundo.

Ganas de recuperar aquella vieja y estúpida idea de hacerme a la heterosexualidad. Ganas de no ser tan persistente. Ganas de parecer optimista. Ganas de escaparme. Ganas de Bruselas. Ganas de Londres. Ganas de sol y atardeceres. Ganas de manta. Ganas de no levantarme de la cama en siglos. Ganas de cambiar el mundo. Ganas de cambiar mi mundo. Ganas de cambiar el tuyo.

Ganas de tatuarme de nuevo. Ganas de experimentar. Ganas de gritar. Ganas de vivir en un faro. Ganas de cartas y postales tradicionales. Ganas de vacaciones. Ganas de locura. Ganas de emociones. Ganas de cantar contigo. Ganas de llevarte conmigo.
Obviamente, soy de la opinión de que tanto la paciencia como la educación es lo último que se ha de perder en esta vida. Así que, ya tengo entretenimiento para este 2010 a parte de dedicarme a estudiar todo aquello que no fui capaz de adelantar en el tiempo que me ausenté de la facultad.

¡Feliz Navidad y suerte!

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Doble clic, destino a la perdición II

Tras un breve repaso a mi lista de cosas por hacer y darme cuenta de que es domingo. He decidido documentar mi último escrito debido al miedo de convertirme en una frágil víctima dominguera.

María y Gemma siguen sin despegarse. Llevan así desde las doce del medio día con una breve pausa para el almuerzo.
Se acostaron a las siete de la mañana. ¿Atrapadas? Sin comentarios. Gracias.

Las conocí cuando aún tenían vida social. Llegaban a casa como toda hija de vecino, a trompicones y al día siguiente sufrían resacas con la misma normalidad que yo. Ahora, me gritan por la Casa Roja para que me una a su secta en Alameda 22.

Gemma y María (de izquierda a derecha).

Gamusino actualizándose. Se que caeré.

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Doble clic, destino a la perdición

Son las 3:05 de la mañana y no estoy cansada. Escribo como último recurso. No quiero encender la televisión y volverme loca haciendo zapping entre películas porno, concursos, teletienda en plena fiebre del sábado noche y como no, horóscopos a los que dar la razón.

La misma luz encendida día tras día. El pasillo con el pelusón que me da las buenas noches. La habitación 6 con la puerta entreabierta como invitándome a pasar. Una Lan Party casera con compañeras de piso ludópatas del World of Warcraft que me hacen recordar mis tiempos en los que era niña de Campus Party.

La habitación 6 se ha convertido en un lugar donde el "frikerío" alcanza límites insospechados. Gemma y María, nivel 4 y 5 respectivamente, han optado por personajes no-muerto a través de sus ordenadores. Han instalado la versión de prueba y llevan alrededor de tres horas jugando y bebiendo ron con miel.


Hablan conmigo sin despegar los dedos del teclado y sin parpadear. Las observo emocionada, no creo lo que mis ojos ven. El frío desata las pasiones más ocultas de la gente. Confirmado, son futuras atrapadas del WOW.

Sonrío y alucino, llevo viviendo con ellas alrededor de tres meses y hoy, me siento como uno de los tres cerditos tras ver su "resistente" chabola destruida por el Katrina y es que impacta demasiado el percal que ahí dentro tienen montado.

Recuerdo mi época en la que disfrutaba eliminando arañas y cumpliendo misiones con las que subir de nivel. Sigo siendo la misma friki que se paseaba con su camiseta de Klan Gamers Solitarios, en eso no he cambiado. Mi cabeza comienza a funcionar/ recordar tras días de ausencia.

Tengo miedo. Se que no tengo voluntad y no quiero unirme, se lo que eso conlleva. Mi cuenta de World of Warcraft me susurra y el acceso directo de mi escritorio parece que me grita. Gamusino se mantiene expectante y yo estremezco. Se que reactivar mi cuenta sería la perdición y eso tan sólo supone hacer doble clic.

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Palabras que no encuentran salida

Salí del portal cuando tus Converse, a través del cristal, delataron a tu figura sentada al otro lado de la Plaza de Las Letras. No te recordaba con el pelo tan largo, aunque tampoco recuerdo la última vez que lo llevaste suelto. Aún así, sigues tan guapa como siempre. Tenía que decirtelo.

A veces me cuesta recordar tu cara, gestos o expresiones. Y con suerte, aparecen de vez en cuando sin yo darme cuenta a la vuelta de la esquina.

Me ahoga la sensación de olvido y otras muchas como cruzarme sin poder ser capaz de articular palabra. El miedo me invade y ni respirar puede desacelerar un corazón que por un momento no sabe situarse dentro de mi cuerpo mientras mis piernas dejan de reaccionar.

Ha pasado mucho tiempo y pese a ello, te sigo imaginando aquí con la agenda de "ministra" que sólo tu sabías sobrellevar tan fluidamente.

Observarte de manera fugaz es un delicioso castigo que aturde mis palabras, arranca mis lágrimas y serena tantas preguntas que no obtienen respuesta.

Me alegra verte.

Pasa un buen día.

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