Archivar como enero 2011

Adoquines

Nota mental 2 de Granada:
Las calles adoquinadas y las borracheras nunca se han llevado bien.
No vale la pena mantener la compostura.
Ellos siempre son más fuertes que tus reflejos.

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Sillas de espera voladoras II

Mi musa maldita.
Mi asunto pendiente.
Mi abrazo agridulce.
Mi pequeña aventura.
Mi escrito inconfesable.
Mi gran locura.
Mi larga espera.
Mi [falta por completar] ...

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Sillas de espera voladoras

Tu y yo nunca fuimos una. Por eso, siempre funcionaron nuestras noches de sábanas calientes y respiraciones desacompasadas. Nunca me gustó dormir sola y siempre me dejaste tu almohada.

Hemos recorrido las calles saltando charcos. Gritamos canciones de Los Piratas. Nos miramos a los ojos y sofocadas, seguimos intentando romper la barrera del sonido.

Quisimos y no pudimos. Pudimos y no supimos cómo. Vino y se fue. Sin despedirse y sin avisar. A la "francesa" y con bomba de humo para mayor confusión. Las palabras que no nos dijimos, nos abandonaron a la mala ventura y me siguen persiguiendo.

Miramos el reloj y volamos lejos. Muy lejos. Allí donde nadie nos buscaría pero donde yo iría siempre que quisiese verte. Porque he de reconocer que te echo de menos. Sí, aunque parezca imposible.

Te dibujo con palabras una vez más. Otra y ya habré perdido la cuenta. Quizás un escrito más que se pierde en este absurdo blog que te anhela. Que te deja por imposible pero que guarda un último aliento. Incoherente, ¿verdad?


Lo cierto es que, es la única manera que conozco de sacarte de una cabeza "giratoria". La mía. Sí, la misma que da tantas vueltas como una atracción de feria.

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Tu presencia

No se puede vivir así durante muchos años. Los golpes son inevitables. Un destino que, tarde o temprano, taladrará tu cabeza cuando seas consciente.

Ella y yo aprendimos con las diferentes bocanadas de aire que recibimos. No supimos resguardarnos bien pero nos hicimos fuertes. Aprendimos como pudimos. Superamos la tempestad y seguimos en pie.

Decidimos no perder el poco amor propio que nos quedaba. Egoístas o no, fue nuestra jodida salvación. Brindaremos, hoy y siempre, por ella aunque tan sólo nos miremos a los ojos y sepamos de lo que hablamos.

Una botella de oxígeno lejos de ti. Construida con nuestras propias manos ensangrentadas. Nos costó demasiado sostener el corazón pero aprendimos a salvarnos a nosotras mismas con lo que el aire no se llevó.

Cuidaremos de ti si aún seguimos en pie para contarlo.

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La jaula de cristal

Los rayos de sol invernal se colaban por la ventana acariciando el frío recipiente de cristal. La luz atravesaba, sin problema, el fino vidrio que lo protegía del exterior. Creció así, aislado del mundo en aquel pequeño espacio.

Al fin y al cabo, tenía suerte. Había olvidado lo que era sufrir. Ascender para luego precipitarse al vacío. Sin sobresaltos. Sin agitaciones. Sin sorpresas.

Hace tiempo atrás, su dueña renunció a él sin pena ni gloria. Pasó sus años condenada a guardar su esencia en un bote de cristal. Segura de haber escapado de la peor de sus muertes.

Entre sus manos, decía que transportaba la mayor de sus tristezas. Un tesoro maldito. No sabía vivir con él pero tampoco creía que llegaría muy lejos con su ausencia. Una felicidad basada en el autoengaño de quién tiene miedo.

Dormía aferrada a aquel bote. Comía mirándolo fijamente. Respiraba empañando el vidrio. Apretaba la tapa todos los días de manera compulsiva. Se había olvidado de vivir a cambio de su propia protección.

Vio su vida pasar ante ella fugazmente cuando el bote resbaló de sus manos un día de verano. Alcanzó el suelo y se rompió en mil pedazos. Gritó de dolor. Tocó su pecho mientras caía arrodillada sobre los cristales. Comenzó a faltarle el aire con la primera lágrima que derramó y de repente, el dolor cesó.

Inhaló fuertemente como jamás lo había hecho. Miró el cielo por primera vez a través de sus propios ojos y se dió cuenta del mundo nítido que encontró. Se sintió tan ligera como una hoja mecida por el aire.

Se levantó, sonrió y sus sentidos comenzaron de nuevo a vivir.

Najwa Nimri – Jugue y gane

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Ira

Nota mental 1 de Granada:
Cuando todo se vuelve ira y controlarla es imposible.
 Najwa – Como un animal

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TurbiaMix

TurbiaMix era el único regalo que Mr. Potato y yo habíamos pedido. Nos dejáis esta nota y los ojos llorosos. Debe de haber muchas mujeres luchando contra la turbiedad. En fin, el próximo año pedimos un ático en Malasaña y nos dejamos de electrodomésticos caros.

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Las noches sin mañana

No existen dos noches idénticas. Tampoco parecidas. Todas se escriben solas, a escondidas de miradas indiscretas. Sin embargo, todos participamos en ellas sin ser conscientes de lo que nos espera.

Anoche fue una de esas categorizadas como "no hay mañana". Últimamente, me deleito hasta la saciedad con ellas. Supongo que es pronto para sonreír pero no me he planteado dejar de hacerlo por el momento.

Soy un animal nocturno y diurno casi a partes iguales.

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