Amy Winehouse

Podría explotar en mil pedazos de mi propia incomprensión. Podría patearte el estómago sin más motivación que la de verte sangrar por la boca y boquear como un pez. Podría morir ahora que se ha puesto de moda con Amy Winehouse. Pero MTV no haría ningún programa especial sobre mi.

Yo no canto ni bailo sevillanas. Tampoco me caigo por los escenarios ni hago que las personas malgasten el dinero con entradas que servirán posteriormente para limpiarse el culo. Además, no escribo en revistas ni tengo un nombre de cierta repercusión social.

El fallo es que mis padres me educaron cuando era pequeña y debo haber salido lo suficientemente aburrida como para no tener un séquito de fans que suspiran por mi. También tengo estudios y eso seguro que tampoco ayuda.

Pero pese a todo lo dicho y de lo cual no me arrepiento, mi Facebook se llena de personas que han elegido la fotografía más decente de Amy Winehouse (sería de sus comienzos como cantante o de su primera comunión) porque claro, una con postillas, arañazos, la cara de otra y de vagabundeo máximo no parecen un buen referente de lo que muchos tajantemente afirman como artista.

Sin embargo, por más que mire lo único que veo es a una yonki idolatrada por cuántos bailaron meses atrás "Rehab" desconociendo el resto de canciones de un disco que sirvió para pintar pasos de cebra como aperitivo. Entiendo que está mal generalizar sobre todos los fans de la srta. Winehouse pero le pique a quién le pique, era una politoxicómana más.

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