Me levanté esta mañana pensando que podría ser todo aquello que habías soñado. Sonreí ante la facilidad que tienen mis sueños de escaparse en cada bostezo y hacerse presentes en mi realidad.
Acaricié tu nombre con las teclas del ordenador, una y otra vez, escribiendo palabras que buscaban una suavidad y olor determinado. Quería, necesitaba y echaba de menos a partes iguales.
Mi tornado comenzó a girar y mezcló el agua y el aceite sin resistencia. También, mi confusión con notas en papeles manchados, respiraciones desacompasadas y besos con ganas de más que comenzaron a electrificar cada parte que pellizcabas.
De lo que parecía una ráfaga de aire, pasé a hablar de una fuerza que se alimentaba de mi propio aliento en mi interior y cada día se hace más grande y más fuerte. En definitiva, más destructiva e imparable. Sale y entra cuando lo desea. Me lleva y me trae. Dirige mis pasos y no me deja pensar con claridad.
Quería tenerte cerca pero me encontré abrazada a mi propia sombra. Supe entonces que serías difícil de alcanzar. Tanto como las galletas del último estante o como la estrella que, tantas veces, prometieron regalarte por amor y jamás pudiste rozar ni con los dedos.
Fernando Delgadillo – No Me Pidas Ser Tu Amigo
Acaricié tu nombre con las teclas del ordenador, una y otra vez, escribiendo palabras que buscaban una suavidad y olor determinado. Quería, necesitaba y echaba de menos a partes iguales.
Mi tornado comenzó a girar y mezcló el agua y el aceite sin resistencia. También, mi confusión con notas en papeles manchados, respiraciones desacompasadas y besos con ganas de más que comenzaron a electrificar cada parte que pellizcabas.
De lo que parecía una ráfaga de aire, pasé a hablar de una fuerza que se alimentaba de mi propio aliento en mi interior y cada día se hace más grande y más fuerte. En definitiva, más destructiva e imparable. Sale y entra cuando lo desea. Me lleva y me trae. Dirige mis pasos y no me deja pensar con claridad.
Quería tenerte cerca pero me encontré abrazada a mi propia sombra. Supe entonces que serías difícil de alcanzar. Tanto como las galletas del último estante o como la estrella que, tantas veces, prometieron regalarte por amor y jamás pudiste rozar ni con los dedos.
Fernando Delgadillo – No Me Pidas Ser Tu Amigo
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