En abril, agobios mil

Últimamente, no he parado pero tengo mis motivos. La verdad es que desde mi llegada a Madrid, he tenido poco y mal tiempo para dedicarme a escribir en mi blog y es algo que echo de menos. Tengo claro que voy a volver, cuando esté lista y el sol me inspire de verdad.


En el fondo, jamás dejé de escribir. He seguido haciéndolo en mi Moleskine. Sin embargo, han sido tantas veces las que me he planteado transcribir todo lo que allí he ido relatando que la simple idea me aterroriza.

Posiblemente, sea mejor quemarlo todo cuando haya llegado a la última línea útil. También, puedo regalarlo y escandalizar a la sociedad si algún me vuelvo rica y famosa. Seguro que Telecinco se haría de oro con escritos de mi puño y letra.

La verdad es que no sé si podría herir la sensibilidad de alguien o el simple hecho de volver a escribirlo me haría de nuevo entristecer al revivir esos pensamientos. Quizás algún día tenga el valor de hacerlo. Mientras tanto, sigo rechazando la idea por descabellada.

Digo poco tiempo porque he tenido que organizarme para alcanzar mi perfección máxima en mi rutina. También, digo mal tiempo porque entre el frío, el cansancio y las nubes, he tenido la sensación de encontrarme a veces entre una niebla que variaba según el día. A veces, espesa y otras casi imperceptible.

 
Supongo que han ocurrido tantas cosas en este mes que siento como si nunca me hubiese ido de Madrid. Me costó instalarme y sufrí para encontrar las patas del dichoso somier. Me agobié con todo lo que tenía que compaginar pero lo hice. No me rendí y eso es algo que me ha otorgado México.

A día de hoy, miro mi somier como una batalla que he ganado y por la que me siento orgullosa. No subí una fotografía a Facebook porque aún me queda un poco de vergüenza y no creo que nadie deba conocer mi cama antes de tiempo.

También, operaron a mi madre de cáncer y como era de esperar, mi hermana montó su propio circo. Así que, siendo ya habitual su locura e interés por los dramas familiares, decidí cortar por lo sano. Pasarán años pero el tiempo dirá.

Supongo que hay amigos que han estado más veces que ella por lo que no tengo miedo de decir públicamente que “mis amigos son la familia que yo decido escoger”. Al menos, me han dado menos problemas en esta vida.

 
Hablando de problemas, el tema del trabajo me trae de cabeza. A veces, no sé exactamente qué estoy haciendo y otras muchas, me sorprendo buscando ofertas de empleo en Barcelona. Una locura todo, vaya.

Supongo que debe ser nostalgia por el clima de Cuernavaca, la decepción de no haber encontrado a Wenda de cañas aunque también me puedo seguir autoengañando y no querer admitir que tengo días de subirme por las paredes cual gata en celo.

En fin, seguiré informando.

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