No has cambiado nada durante todo este tiempo. Parece mentira que sigas igual mientras yo cada día me estropeo más. Espero que me hayas reconocido porque desde luego, yo no me he olvidado de ti.
Me encanta ver que todo sigue intacto por aquí. Así, es más fácil sonreír al recordar cada detalle, momento y sonrisa que me arrancaste. Te diré una cosa. Que el paso del tiempo no haya dejado huella, me hace reflexionar.
Y aquí estoy de nuevo, mirándote de reojo como el primer día. ¿Ves? Acojonada por tu inmensa luz. Preguntándome cuando tendré valor de saltar con la frustración y el miedo reflejado en la cara a partes iguales.
¡Joder! Nunca lo veo con claridad y me quedo mirando el mar en silencio. Sí, el mar. Tu gran obsesión y sin duda, una de mis grandes fuentes de paz interior y buen humor. ¡Hay que ver! ¡Quién lo diría! No hace más de dos años lo detestaba y ahora, tú ya ves como me sienta de bien.
Desde aquí arriba, me siento pequeña y en paz. Me siento menos idiota y me perdono un poco más.
Te echaré de menos. Gracias y hasta la próxima.
Christina Rosenvinge – Mi vida bajo el agua
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