Una noche que pasa a mi blog como el encuentro de dos personas que siempre estuvieron ahí y que jamás disfrutaron a solas. Lo necesitabas tu o lo necesitaba yo, no hay más allá de mis palabras y vagos recuerdos en una mañana que bien podría ser como la hecatombe si recuerdo que mi boca es una zapatilla y que debo hacer la compra interminable.
Perdida en nuevos barrios, una se siente intranquila consigo misma pero la nostalgia nos da y nos quita una felicidad construida a base de noches anteriores. Y ¿por qué no intentarlo? Pues bien, se intentó, se consiguió y se triunfó.
Llegamos a un lugar que no se muy bien como se podría describir. Si mirabas a un lado, podría ser una galería de arte moderno y pornográfico, un bar o un sexshop de metacrilato un tanto peculiar. Eso sí, todo con muy buen gusto.
Fue una noche de descubrimientos, una Cristóbal Colón que surge, de la noche a la mañana, en Malasaña y que sabe que hay tesoros que deben descubrirse sin más. Porque como bien relataba a Lidia, el caché del caché se encuentra aquí.
De peregrinaje y buenas vistas por Bilbao decidimos marchar a tierras donde sentirnos más que manchegas, es decir, sentirnos cómodas en "Chuenca" que a fin de cuentas, es como una patria. En definitiva, nuestro barrio.
Llegamos al aparcamiento principal del cual parece que jamás salimos y es que ayer, las risas se nos agolpaban de lo "muuuuuuuuu" bien que lo pasamos. Mientras tanto, se que mi pase VIP puede estar al caer y a mí eso, me motiva lo que no esta escrito.
Y entre copas de última hora y vasos que aún perduran en mi mesa junto al ordenador, sólo debo recordar que abrí mi corazón a un marroquí que decía verdades del tamaño de mi pedo. No me lié con él, que conste, pero le pregunté abiertamente sobre los muyahidines, si obligaría a su novia a llevar el yihab, y otras preguntas de futura periodista sin escrúpulos debido al todo el alcohol que fluía ya por mi cuerpo. Todo esto sentada en un banco como una niña buena a las seis y media de la mañana.
No busques explicación, no fue una noche irreal. Las mías siempre son así, haga frío o calor son muy del rollo de la niña de las sombras. ¿Te vienes esta noche?
Perdida en nuevos barrios, una se siente intranquila consigo misma pero la nostalgia nos da y nos quita una felicidad construida a base de noches anteriores. Y ¿por qué no intentarlo? Pues bien, se intentó, se consiguió y se triunfó.
Llegamos a un lugar que no se muy bien como se podría describir. Si mirabas a un lado, podría ser una galería de arte moderno y pornográfico, un bar o un sexshop de metacrilato un tanto peculiar. Eso sí, todo con muy buen gusto.
Fue una noche de descubrimientos, una Cristóbal Colón que surge, de la noche a la mañana, en Malasaña y que sabe que hay tesoros que deben descubrirse sin más. Porque como bien relataba a Lidia, el caché del caché se encuentra aquí.
De peregrinaje y buenas vistas por Bilbao decidimos marchar a tierras donde sentirnos más que manchegas, es decir, sentirnos cómodas en "Chuenca" que a fin de cuentas, es como una patria. En definitiva, nuestro barrio.
Llegamos al aparcamiento principal del cual parece que jamás salimos y es que ayer, las risas se nos agolpaban de lo "muuuuuuuuu" bien que lo pasamos. Mientras tanto, se que mi pase VIP puede estar al caer y a mí eso, me motiva lo que no esta escrito.
Y entre copas de última hora y vasos que aún perduran en mi mesa junto al ordenador, sólo debo recordar que abrí mi corazón a un marroquí que decía verdades del tamaño de mi pedo. No me lié con él, que conste, pero le pregunté abiertamente sobre los muyahidines, si obligaría a su novia a llevar el yihab, y otras preguntas de futura periodista sin escrúpulos debido al todo el alcohol que fluía ya por mi cuerpo. Todo esto sentada en un banco como una niña buena a las seis y media de la mañana.
No busques explicación, no fue una noche irreal. Las mías siempre son así, haga frío o calor son muy del rollo de la niña de las sombras. ¿Te vienes esta noche?
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