Crecí escuchando un cinta de cassette grabada donde palabras escritas en otro idioma nunca tuvieron importancia. Sería absurdo intentar recordar cuántas veces cambié de cara o sentí sus enganches como pellizcos en el corazón.
A pesar del tiempo, seguía intacta con aquella pegatina que, obviamente, el tiempo me había enseñado a descifrar. El vello de la nuca se erizaba mientras mis manos sujetaban uno de los mayores recuerdos de mi infancia.
A pesar del tiempo, seguía intacta con aquella pegatina que, obviamente, el tiempo me había enseñado a descifrar. El vello de la nuca se erizaba mientras mis manos sujetaban uno de los mayores recuerdos de mi infancia.
- ¿Qué estas haciendo?Mi viaje a Ciudad Real supuso una lucha encarnizada contra los recuerdos. Tanto buenos como malos. Porque, a veces, es mejor olvidar un pasado no afrontado. Dejar hueco para un futuro incierto y algo que llaman casualidad.
- Nada, mamá.
- ¿Cómo que nada? ¿Y todo ésto?
- Todo esto ahora es basura.
- ¿Tu cinta también?
- No, ella se queda conmigo.
- No hay quién te entienda pero no dejes todo esto por medio.
- Sabes que no lo haré.
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