En cuestión de segundos, me encontré metiendo ropa en una mochila porque me iba de camping con unas amigas. Mi madre me miraba un tanto atónita pero la verdad es que no siempre ha llegado a entender mis impulsos.
Sinceramente, fue una decisión poco o casi nada meditada pero accedí a pasar un fin de semana desconectada del mundo real. Lo echaba en falta o más bien, creo tenía la necesidad imperiosa de salir de Ciudad Real y era mi oportunidad.
Esta vez, Madrid no era un destino que me apeteciese lo suficiente. Por lo tanto, cuando me comentaron la idea del camping en las Lagunas de Ruidera, mi mente no se lo pensó demasiado para aceptar la propuesta.
La estancia en Los Batanes ha sido genial. Comer, fumar, tomar el sol, móvil sin cobertura y leer Tokio Blues han sido los ingredientes de la primera acampada voluntaria de mi vida, la felicidad extrema y la tranquilidad más absoluta.
Mi vuelta a casa ha sido más pletórica todavía. Después de dormir en condiciones que dejaban mucho que desear, el hecho de entrar en mi habitación y divisar mi cama ha sido un momento de lo más emotivo.
Atrás quedó el costreo desatado con el que he sido feliz durante tres días y los enamoramientos a las 2.00 am con cepillo dental en mano y pasta de dientes por la cara. Ahora toca vuelta a la ciudad y cuartos de baño individuales sin miedo a los hongos, pelos en los desagües y como no, evacuar sin estrés.
Sin duda alguna, una experiencia que me ha encantado vivir.
Flight Facilities – Crave You feat. Giselle
Sinceramente, fue una decisión poco o casi nada meditada pero accedí a pasar un fin de semana desconectada del mundo real. Lo echaba en falta o más bien, creo tenía la necesidad imperiosa de salir de Ciudad Real y era mi oportunidad.
Esta vez, Madrid no era un destino que me apeteciese lo suficiente. Por lo tanto, cuando me comentaron la idea del camping en las Lagunas de Ruidera, mi mente no se lo pensó demasiado para aceptar la propuesta.
La estancia en Los Batanes ha sido genial. Comer, fumar, tomar el sol, móvil sin cobertura y leer Tokio Blues han sido los ingredientes de la primera acampada voluntaria de mi vida, la felicidad extrema y la tranquilidad más absoluta.
Mi vuelta a casa ha sido más pletórica todavía. Después de dormir en condiciones que dejaban mucho que desear, el hecho de entrar en mi habitación y divisar mi cama ha sido un momento de lo más emotivo.
Atrás quedó el costreo desatado con el que he sido feliz durante tres días y los enamoramientos a las 2.00 am con cepillo dental en mano y pasta de dientes por la cara. Ahora toca vuelta a la ciudad y cuartos de baño individuales sin miedo a los hongos, pelos en los desagües y como no, evacuar sin estrés.
Sin duda alguna, una experiencia que me ha encantado vivir.
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