Patriotismo sin resaca

Algunos hablan de la epopeya que le faltaba al deporte español. Otros muchos afirman que la Historia se ha escrito en Sudáfrica. Sin embargo, a mi me gusta hablar de magia dominguera nacional.

Todo un país pendiente de una pantalla donde 22 hombres luchaban por una victoria no decidida y que ha hecho sufrir a millones de personas hasta límites insospechados. Porque se ha sufrido demasiado para ver bordada esa estrella.

Recuerdo los partidos en el pueblo donde he pasado centenares de fines de semana y veranos. Recuerdo el único bar que había y cómo parecía el salón de una casa con viejos amigos más que un local con ánimo de lucro.

Tanto es así que, en mi búsqueda personal desbordada por la nostalgia, terminé viendo el partido en una casa de apuestas Sportium de Vallecas a copas gratis y como no, con lo más selecto de aquellos lares.

Ludópatas cautivados por luces de colores, chonis con pedigree y viejos verdes que bebían coñac como quién come pipas en un banco. Todos allí reunidos, hermanados e hipnotizados frente a las pantallas por una misma causa.

Una mezcla variopinta que sufría a partes iguales, que supo cantar el gol de una victoria con la misma efusividad con la que entonaban: "Tulipanes hijos de puta"; y que aplaudió cuando un emocionado Iker Casillas besó a Sara Carbonero en riguroso directo.

Un país unido bajo los mismos colores que la política no ha conseguido realizar jamás. Existen cosas que nunca cambian pero hoy, somos españoles, rojigualdos y como no, campeones del mundo.

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One Response to Patriotismo sin resaca

Raymunde dijo...

Supongo que el fin perdona los medios.

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