Volver a casa sola. Una, dos e incluso tres mil veces. Echar de menos. Vivir sabiendo que sólo tu amor propio te arropará por las noches. Pequeña ausencia que lo inunda todo y siempre te toca.
Solía hacer de las suyas mientras reía a carcajadas mientras yo la miraba hipnotizada. No había mayor presencia que la suya en mis ojos. De pronto, desapareció. Las sombras llegaron. Mis ojos aprendieron a sangrar.Taio Cruz – Higher
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