De camino a Acapulco, hicimos una pequeña pausa para comer, estirar las piernas, echar gasolina y todas esas cosas típicas que se hacen en los viajes largos para no volverte loca al bajar del coche cuando llegas a tu destino.
Lo grandioso de las gasolineras en México es que a su alrededor hay una pequeño conjunto de puestos en los que puedes encontrar comida casera, jugos naturales y casi cualquier cosa que te imagines. Así que, terminamos comiendo tacos y un zumo de naranja natural.
Mientras revivía de mi noche con el zumo y los tacos, sentí la curiosidad de inspeccionar lo que había a mi alrededor y al voltearme, encontré este letrero. Obviamente, me recordó a El Cristo del Espíritu Santo (pueblo donde se encuentra mi casa de campo).
Sin poder evitarlo, recordé mi final del verano. Tan eléctrico y brillante que no pude evitar el sentir tristeza y alegría al revivirlo. Después de eso, volví a recordar que estaba en México y ya era invierno aunque estuviese en pantalones cortos.
Lo grandioso de las gasolineras en México es que a su alrededor hay una pequeño conjunto de puestos en los que puedes encontrar comida casera, jugos naturales y casi cualquier cosa que te imagines. Así que, terminamos comiendo tacos y un zumo de naranja natural.
Mientras revivía de mi noche con el zumo y los tacos, sentí la curiosidad de inspeccionar lo que había a mi alrededor y al voltearme, encontré este letrero. Obviamente, me recordó a El Cristo del Espíritu Santo (pueblo donde se encuentra mi casa de campo).
Sin poder evitarlo, recordé mi final del verano. Tan eléctrico y brillante que no pude evitar el sentir tristeza y alegría al revivirlo. Después de eso, volví a recordar que estaba en México y ya era invierno aunque estuviese en pantalones cortos.
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