La paja siempre en el ojo ajeno. A fin de cuentas, es lo importante. Barrer y dejar la "mierda" en la puerta del vecino disimuladamente. Nuestro problema jamás fue la empatía o la aceptación del propio problema.
Seguro que la cuestión es otra muy diferente y hablar de "autoengaño" ya es una ironía demasiado ácida para los protagonistas. Sin embargo, vino, golpeó y se fue en el momento justo que todos se giraron para identificar al agresor.
Así que de la misma manera que tropezamos con la misma piedra en diferentes ocasiones y que la sarna con gusto no pica, llegó el odiado "era de esperar". Porque, lamentablemente, siempre aterriza una vez la alfombra roja está lista para ser pisoteada.
Nos gusta automutilarnos con pensamientos atrapados en copas de vino que hacen de nuestros sueños, auténticas pesadillas que flotan en un mar de interrogantes. Aunque no importa, porque nos devorarán por dentro y fuera cuando todo esto quede reducido a cenizas.
¿Qué nos quedará? El bonito recuerdo que nos recorrerá de un sólo escalofrío toda la espalda dejándonos con mal cuerpo y la sensación de haber perdido el tiempo al menos un tercio del total invertido. Cabe destacar la posibilidad de alguna resaca que otra como aperitivo también.
En fin, así andamos, volviendo a las andadas y con los entrelíneas a flor de piel todo el santo día. Será la primavera, las agujetas y las sonrisas matinales que se me dibujan en la cara al cruzarme contigo en línea. Gracias.
Agnes Obel – Brother Sparrow
Seguro que la cuestión es otra muy diferente y hablar de "autoengaño" ya es una ironía demasiado ácida para los protagonistas. Sin embargo, vino, golpeó y se fue en el momento justo que todos se giraron para identificar al agresor.
Así que de la misma manera que tropezamos con la misma piedra en diferentes ocasiones y que la sarna con gusto no pica, llegó el odiado "era de esperar". Porque, lamentablemente, siempre aterriza una vez la alfombra roja está lista para ser pisoteada.
Nos gusta automutilarnos con pensamientos atrapados en copas de vino que hacen de nuestros sueños, auténticas pesadillas que flotan en un mar de interrogantes. Aunque no importa, porque nos devorarán por dentro y fuera cuando todo esto quede reducido a cenizas.
¿Qué nos quedará? El bonito recuerdo que nos recorrerá de un sólo escalofrío toda la espalda dejándonos con mal cuerpo y la sensación de haber perdido el tiempo al menos un tercio del total invertido. Cabe destacar la posibilidad de alguna resaca que otra como aperitivo también.
En fin, así andamos, volviendo a las andadas y con los entrelíneas a flor de piel todo el santo día. Será la primavera, las agujetas y las sonrisas matinales que se me dibujan en la cara al cruzarme contigo en línea. Gracias.
Agnes Obel – Brother Sparrow
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