No sé si me duele más la cabeza o la boca de aguantarme las palabras que no digo. Sí, todas esas que intuyo que sabes de sobra y que me guardo por mucho que me pesen. Tantas preguntas tienes como yo respuestas para salir del paso.
Supongo que siempre fui de librarme por los pelos. De acariciar el fuego con las propias yemas de las dedos pero no terminar jamás de quemarme. De despertar mi soledad con golpes de felicidad que se desvanecerán al cabo de unas horas.
Me engaño constantemente. Me convenzo e intento no sentirme pequeña cuando me miras fijamente. Tu sonrisa consigue prender fuego a cada uno de mis pensamientos coherentes y tú no pareces ni consciente de ello.
Creo que la peor parte es cuando brotan aquellas absurdas ideas que sólo puedo ahumar con tal de atontarlas para no entristecer. Soy feliz cuando te veo ahí y apeno al sentir cómo me crecen las ganas de no echarte de menos.
A veces me encuentro frente al espejo enfadada. Me miro y me pregunto cuánto tiempo más tardaré en dar un golpe en la mesa, tirar las copas al suelo y gritar aquello que tanto me pesa.
Mi juego interminable con cartas en mi contra. ¿Suicida? Pues ni te imaginas el mal presentimiento que albergo porque yo no debo jugar al póker tan bien como tú.
La culpa es de todos y del germen que llevamos dentro. Estoy segura de ello.
William Fitzsimmons – So This Is Goodbye
Supongo que siempre fui de librarme por los pelos. De acariciar el fuego con las propias yemas de las dedos pero no terminar jamás de quemarme. De despertar mi soledad con golpes de felicidad que se desvanecerán al cabo de unas horas.
Me engaño constantemente. Me convenzo e intento no sentirme pequeña cuando me miras fijamente. Tu sonrisa consigue prender fuego a cada uno de mis pensamientos coherentes y tú no pareces ni consciente de ello.
Creo que la peor parte es cuando brotan aquellas absurdas ideas que sólo puedo ahumar con tal de atontarlas para no entristecer. Soy feliz cuando te veo ahí y apeno al sentir cómo me crecen las ganas de no echarte de menos.
A veces me encuentro frente al espejo enfadada. Me miro y me pregunto cuánto tiempo más tardaré en dar un golpe en la mesa, tirar las copas al suelo y gritar aquello que tanto me pesa.
Mi juego interminable con cartas en mi contra. ¿Suicida? Pues ni te imaginas el mal presentimiento que albergo porque yo no debo jugar al póker tan bien como tú.
La culpa es de todos y del germen que llevamos dentro. Estoy segura de ello.
William Fitzsimmons – So This Is Goodbye
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