En este último mes, Veinteséis había descubierto que se deleitaba con cosas nuevas y momentos. Por ejemplo, le hechizaba sentarse en el borde de la bañera cuando la observaba maquillándose.
Frente a ella, tenía a dos Pi exactamente iguales y era jodidamente increíble. Permanecía callada en ese momento. Sólo la música de la otra habitación y la propia respiración interrumpían ese gran ritual.
Veinteséis no podía negarlo, esos detalles le hacían entrar en un estado de embobamiento máximo. Le encantaba compartir algo tan fascinante como íntimo sin sentirse observada en su propia burbuja de deleite.
Algo en ella crecía cuando formaba parte de esa realidad ajena. Sabía que era como un adiós momentáneo pero no podía negar lo que sus ojos recorrían una y otra vez. Le encantaba hacerlo en silencio y repasar cada uno de sus movimientos.
Era uno de los momentos más tristes antes de salir de fiesta pero cuando veía el resultado, su brazo adquiría un color más vivo, un rojo pasión con sonrisa infantil que retumbaba en la cabeza a gritos.
Daniel Merriweather – Red
Frente a ella, tenía a dos Pi exactamente iguales y era jodidamente increíble. Permanecía callada en ese momento. Sólo la música de la otra habitación y la propia respiración interrumpían ese gran ritual.
Veinteséis no podía negarlo, esos detalles le hacían entrar en un estado de embobamiento máximo. Le encantaba compartir algo tan fascinante como íntimo sin sentirse observada en su propia burbuja de deleite.
Algo en ella crecía cuando formaba parte de esa realidad ajena. Sabía que era como un adiós momentáneo pero no podía negar lo que sus ojos recorrían una y otra vez. Le encantaba hacerlo en silencio y repasar cada uno de sus movimientos.
Era uno de los momentos más tristes antes de salir de fiesta pero cuando veía el resultado, su brazo adquiría un color más vivo, un rojo pasión con sonrisa infantil que retumbaba en la cabeza a gritos.
Daniel Merriweather – Red
Publicar un comentario