Peta Zeta en las manos

Pi no era como las demás. Sabía que era complicada a la par que incomprensible en algunos aspectos por la inexperiencia de quien se cree mayor por haber sobrepasado ligeramente el cuarto de siglo.


La edad es un número sin importancia al que dotamos de prestigio según se va elevando porque la muerte se acerca. Mucha gente tiene miedo pero quizás, lo que realmente aterra es el hecho de mirarte con 85 años al espejo y pensar que te quedan cosas que tachar o vivir. 

Todos los días algo muere o nace en alguna parte del mundo y nadie se altera. Incluso en nuestro interior o aspecto físico también ocurre lo mismo pero pasa tan desapercibido para nuestro ojo o mente que carece de importancia. Sin embargo, no morimos, nos adaptamos y seguimos creciendo. 

La única certeza que tenía Veintiséis y que le hacía sonreír era la idea de que Pi no era, en absoluto, como el resto. Tenía tantas cosas que aprender de ella que, a veces, se colapsaba al escucharla porque no podía procesar tanta cantidad de información.

Tenía algo que la hacía brillar por encima de su alrededor, aunque Pi opinaba que lo había perdido en este último año. Veintiséis era una persona tozuda y no lo creía de esa manera. Ella sabía lo que notaba y se guiaba por ello.

Sentía un cosquilleo especial en algunas de sus yemas de los dedos y se miraba las manos intentando descifrar que era aquello. Como un Peta Zeta en la boca de un niño pero más calentito. Muchísimo más.

El Gran Combo De Puerto Rico – Arroz Con Habichuela

Escrito en . Guardar el enlace permanente. RSS feed para esta entrada.

Buscador

Swedish Greys diseñado por Nordic Themepark y modificado por Marta Cañizares para "La niña de las sombras".