¿Querías rebajas? ¡Pues toma!

Después de delirar a causa de la fiebre en una cama que me venía grande y echar de menos a mi madre en cada escalofrío. Me doy cuenta que según me hago mayor, las enfermedades ya no me agradan tanto como antaño.

Pese a mi lamentable estado, debo seguir viviendo la vida que he elegido y es entonces cuando debo pensar qué comer, qué cenar, lavadoras, limpiar y demás tareas domésticas que hacer mientras la fiebre te hace alucinar y ver las cosas de mil colores, pero aquí estoy, escribiendo como un día más aquellas absurdas cosas con un pedo gratuito pero no tan placentero.

Fui al médico por segunda vez hoy y al verme la cara, mi médica se ha quedado como un cuadro. Quizás el mismo que debió ver ella en mí cuando me dijo que debían pincharme en el culo, porque según ella es como se "arreglan las cosas de anginas y placas".

Así que con mi baja y varias recetas bajo el brazo, y una sonrisa que bien podría asemejarse a la del pobre jorobado de Notre Dame sin olvidarnos de mi gran disposición, me dirigí tranquilamente a la misma farmacia en la que ayer estuve.

Como si de una clienta VIP se tratase allí estaba yo dando papeles al farmacéutico, hablando con él si fuese un viejo amigo y es que las enfermedades, crean o no, unen a la gente más que cualquier otra cosa. Y si no, piensen en esa persona que les salva la vida cuando les ofrece el último pañuelo cuando su nariz está a punto de explotar debido a los cien estornudos por minuto.

Volví al médico con el arsenal comprado en la farmacia que al fin al cabo estaba de rebajas, puesto que por dos euros me llevé de todo, termómetro digital incluido. Con suerte, puedes pillarte un estupor de los que hacen historia mezclando "rojas, verdes y amarillas, a mi me gustan las pastillas" pero la verdad es que ya estaba cansada de tanto paseo a ese mundo que tanto miedo da repleto de ancianos que tosen sin ponerse la mano, tullidos de todas las formas posibles y batas blancas que practican diana en tu cuerpo.

Tras la vacuna salí de allí cojeando mientras los ancianos me miraban con ojos hambrientos de carne fresca y pese al dolor del pinchazo, decidir realizar un pequeño sprint que me llevase lejos de allí y cerca de casa pero la vida de ermitaña me empezaba a quemar la sangre y decidí visitar Emergia Contact Center, esa empresa con nombre de línea caliente y donde sólo encontrarás pervertidos trabajando para otras empresas incautas.

La fiebre comienza otra vez a subir al ritmo que mi abuela me llama al móvil y enerva cada vez más mi estado. Así que es hora de desconectar el móvil, ponerse el pijama, cenar y disfrutar de algún programa de televisión decente, hábitos ya casi olvidados en mi vida de "estudiante+trabajadora", porque mañana será otro día de estudio entre otros menesteres.

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One Response to ¿Querías rebajas? ¡Pues toma!

Kenji dijo...

quieres sopita???

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