Hay algo dentro de mi, en mi organismo que no me quiere. Llevo dando vueltas en la cama desde que me acosté y esta vez no puedo decir que el alcohol no es. Esto es un mal presagio. Nervios o gases, así de simple barriobajero. Este viaje he decidido usar mi Blackberry para recordar mis pequeñas aventuras y relatar con mayor precisión acontecimientos bochornosos, etílicos y de otros menesteres.
He llegado al aeropuerto con tiempo de sobra y como no, he tenido que pagar 18 euros porque mi maleta no entraba en aquel minúsculo artefacto para medir y sacar de la crisis a compañías aéreas, que dicen llamarse low cost, con personas como yo. Ya sabemos que lo que se internacionaliza triunfa más que lo castellanizado.
Mi conclusión es clara y concisa, como con Iberia en ninguna. Si, nin-gu-na.
Llamadas a familiares, compras alcoholizantes en Duty Free que bien me recuerdan a aquella monja de viajes anteriores y una marea de ancianos -de esos que tanto adoro- dispuestos a pasear sus bastones primaverales en Menorca. Eso es vida y arte.
No quería olvidarme de mi "amigo" asiático sentado detrás mía y sobre todo, de sus rodillas que han estado a punto de hacerme asomar mi cabeza y decirle en castellano versionado a lo Belén Esteban que si se lo estaba pasando bien.
En fin, un nuevo autobús me espera en Milano. Éste me llevará directo a Torino. ¿El problema? Siempre el mismo. Encontrarlo en el hipermercado de Malpensa, pero todo es cuestión de estrenar la botella de Barceló y sacar a relucir mi italiano.
He llegado al aeropuerto con tiempo de sobra y como no, he tenido que pagar 18 euros porque mi maleta no entraba en aquel minúsculo artefacto para medir y sacar de la crisis a compañías aéreas, que dicen llamarse low cost, con personas como yo. Ya sabemos que lo que se internacionaliza triunfa más que lo castellanizado.
Mi conclusión es clara y concisa, como con Iberia en ninguna. Si, nin-gu-na.
Llamadas a familiares, compras alcoholizantes en Duty Free que bien me recuerdan a aquella monja de viajes anteriores y una marea de ancianos -de esos que tanto adoro- dispuestos a pasear sus bastones primaverales en Menorca. Eso es vida y arte.
No quería olvidarme de mi "amigo" asiático sentado detrás mía y sobre todo, de sus rodillas que han estado a punto de hacerme asomar mi cabeza y decirle en castellano versionado a lo Belén Esteban que si se lo estaba pasando bien.
En fin, un nuevo autobús me espera en Milano. Éste me llevará directo a Torino. ¿El problema? Siempre el mismo. Encontrarlo en el hipermercado de Malpensa, pero todo es cuestión de estrenar la botella de Barceló y sacar a relucir mi italiano.
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