Rojo no superficial

Me he levantado por primera vez con 22 años tras haber dormido cuatro horas que he sentido como una vida entera dormitada y desaprovechada mientras el resto del mundo se mueve a su propio ritmo y compás. Así, sin más.

Resulta difícil de explicar como las celebraciones pueden cambiar en sólo un año. Lo que antes era una fecha horrible puede convertirse en una sonrisa pícara que recuerda trenes que dejamos pasar, hormigas que aturden y porque no, regalos que no se pueden poseer y tan sólo recordar.

Inseguridades que se cristalizan frente a personas con quienes no tienes que ocultar quién eres. Porque eres transparente y porque, realmente, confías ciegamente en alguien que puede sacar lo mejor de ti con tan sólo pronunciar tu nombre o mirarte a los ojos.

Servilletas rojas que hablan entre capas por no decir entre líneas. Silencios que llenan vacíos desoladores. Terrazas que justifican escalofríos que nada tienen que ver. Pensamientos equivocados. Y todo, fluye mientras hipnotizada saboreas cada segundo en aquella oscuridad.

Anoche soñé que por un momento flotaba sin ni siquiera despegarme del suelo. Soñé sentirme pesada y despojarme de pensamientos al mismo tiempo que sonidos desconocidos convertían mi mente en una caja de cartón que llenar. Sonidos que relajaban, que hacían olvidar y limpiaban las impurezas de un alma envenenado.

El despertador del móvil sonó a las siete de la mañana y con un beso en su mano ponía fin a una noche extraña, difícil de calificar con palabras pero jamás vivida anteriormente y por lo tanto, única e inigualable.

Por otro lado y como si de una historia paralela se tratase. Se vislumbra en mi mochila una servilleta roja que pasa desapercibida pese a sus manchas de yogurt natural. A simple vista, está usada y quizás debería perderse en alguna papelera de las periferias de Madrid por las que me encuentro aunque ahora, forma parte de algo pequeño y que poco a poco, nace.

A veces no es suficiente mirar tres veces para descubrir mensajes ocultos. A veces se cree soñar cuando tan sólo te regalan vida y paz. Algo intangible y asombrosamente inexplicable. A veces nunca se sabe como agradecer detalles que te hacen tragar saliva para no explotar a llorar. Por eso, decidí no dormir más de esas cuatro horas para seguir viviendo dentro de un sueño que crearon para mi.

Como diría Zahara:
"No hay manera de que vuelva ese miércoles
tengo la sal entre los ojos mojados
Quiero que sepas que eres la culpable
de que hoy me sienta extrañamente bien
de que hoy me sienta extraña..."
Eternamente agradecida. Buenas noches pequeña. Disfruta de tu tarde que hoy, será un gran día.

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