La sonrisa de Srta. Alasia

Escribo y suprimo al mismo tiempo que no dejo de sonreír. Será la primavera que afecta a mi cerebro y me hace volar sin ser consciente de la altura.

Posiblemente, de ella me tocará caer precipitadamente a un vacío que nunca termina de olvidarse de mi nombre. Aunque, por el momento, creo que cualquier pronostico será en vano.

Llegaste a mi vida de puntillas. Sigilosa. Casi sin rozar y alterando todo plan de huida con alguna excusa absurda mientras sacaba un cigarrillo que fumar para hacer tiempo en aquella plaza de Malasaña.

Sin darme cuenta, apareciste frente a mi con aires de quién sabe que llega tarde y yo sonreí tímidamente a una desconocida que sabía mi nombre, primer apellido y la existencia de este blog donde hoy escribo sobre ti.

Sentí que el tiempo se paraba, que las palabras nos enlazaban y el resto de personas en aquella terraza, por un momento, silenciaban sus voces. Comencé, entonces, a degustar aquel café que tomábamos encogidas en las sillas.

Mi pasado se desempolvaba bruscamente. Tu mente comenzaba a comprender mi sombra. La mía se dejaba llevar hipnotizada con una conversación que ya no levanta heridas sino recuerdos que habían sido olvidados.

Quizás serás un hoy y no, un mañana. Convirtiéndote así en una historia que contar cuando la próxima casualidad me toque el hombro y me sorprenda al girarme. Creo en las circunstancias que no se pueden prever ni evitar y siento que eres diferente a las demás.

Parecías analizarme sin medida alguna. Yo, por mi parte, hacía lo mismo. Abrumada por la situación miraba el reloj mientras nos sorprendíamos de cómo pasaba el tiempo.

Sigo sin encontrar las palabras para describir lo que ese domingo ha supuesto en mi vida. Yo los odiaba y sin embargo, no quería que terminase aquel.

Podría escribir centenares de entradas. Relatar cada una de las conversaciones mantenidas. Lugares que visitamos. En definitiva, destripar públicamente un encuentro que, sinceramente, prefiero guardarme para mí y porque no, para ti.

Así que como bien me diría la niña de los bolígrafos: "Querida, que lo bueno que venga te sorprenda y que lo que no llegue, no te decepcione".

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