¿Cuántos metros nos separan? Diría que los justos y necesarios par no encontrar tu mirada directamente. A veces, un alivio. Otras muchas, la peor de las desgracias.
Me ruborizo pensando en lo fuerte que late mi corazón y lo audible que se vuelve en este silencio alterado por pisadas y algunos otros ruidos que carecen de importancia.
Todos se miran pero nadie habla. Tampoco nosotros pese a las circunstancias.
Me colapso entre millones de letras que pierden su sentido. Si, me abandono por momentos. Escribo sin querer y juego con mi propia mente. ¿Cómo expresar este extraño frío y calor?
Quizás nos conocimos en otra vida. En un lugar como éste. Lleno de susurros. Vacío de risas. Ventanas que dan al mundo y vitrinas con olor a historia.
Digamos que me hipnoticé contigo, que me tiré a la piscina con una numeración esperanzada y una cara sonriente. Sin mirarte a los ojos. Sin cruzar palabra.
Posiblemente, mi mano decidió el destino de mi aventurada vida una vez más. Rápida y fugaz. Temblorosa y silenciosa. Como las cosas buenas, que llegan sin rozar ni alterar pero que trazan mensajes inexorables en el tiempo.
Y aunque mi curiosidad no cese, es hora de cerrar mi blog. Suspirar por última vez y olvidar lo preciosa y enigmática que me resulta tu letra en el papel cuadriculado.
Publicar un comentario