La pesadilla de las señoras

Multitud de señoras se hacinaban en el antro de siempre más de lo normal. La media de edad era difícil de calcular pero posiblemente sobrepasaba los 27 años.

No es que no queramos ir a otros sitios, sino que estos lugares son a veces imposibles de frecuentar por ese concepto de "listas hasta las 2.30 de la mañana".

A una no le da tiempo a beber entre esperar a los rezagados, recoger el chiringuito porque viene la policía y volverlo a montar cuando ésta ya se ha marchado del lugar y el alcohol se lo lleva un hombre que hace el viejo truco de la recolecta.

El botellón se terminará convirtiendo en una nueva forma de hacer turismo por las calles evitando así, agentes de la ley que no tienen mejor cosa que hacer que perturbar la nocturnidad de los sábados. Nos enfundaremos en zapatillas de deporte y a dar paseos con la copa en mano.

Como era de esperar e intentando no sucumbir a la llamada, se terminó en el antrazo por antonomasia. Un parche para una noche que se caldeaba según el reloj marchaba en busca de un domingo mortal con visita familiar y todo.

El garrafón de siempre se mezclaba esta vez con una niebla que te hacía llorar no se muy bien si por pánico a mirar a cualquier parte del local y visualizar los diferentes cuadros o porque eso de los extractores de humo no se estila demasiado.

La cuestión es que entre los codazos de la moderna, los bailes desatados de la mujer y aquel latino sin cadera y como no, la fan número uno de Leonardo Dantés (por eso del pañuelo), yo al igual que mis compañeras no sabíamos ni dónde caernos muertas.

Miradas de socorro se vislumbraron a lo largo de toda la noche mientras nuestra princesita Marilyn hacía de las suyas con su particular contoneo y control de la pesca en aguas turbias.

Y por mucho que explique, nadie puede entender el miedo que se siente cuando estas presente en tal exposición y recuerdas que tú esa noche ibas a ir a un lugar sin aparcacamiones, que no coches.

Como diría mi abuela: "tú no puedes entenderlo hasta que no lo sufras en tus carnes" y razón no le faltaba. Un consejo: nunca repitas una salida nocturna por lugares frecuentados por:
A) Señoras que no saben que son señoras.
B) Señoras que salen por antros de jóvenes por las noches.
C) Señoras que son realmente señores.
D) Señoras que bailan como gorilas.
E) Señoras que pagan entrada pero son "puertas" de discotecas.
El grado de coincidencia influye directamente en el umbral del miedo que puede sentirse. Buena suerte.

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