Comiendo con las manos y sin sentido

Cada día que pasa, más me creo lo que mi madre millares de veces me decía: "A quién madruga, Dios le ayuda". Tras una clase de Estructura Social que destaco por la ausencia de palabras coherentes, pensamientos en alto de una profesora que ni subtítulada podría darse a entender y un posible examen que ella misma llama autoevaluación, muy en plan bohemio todo; podríamos decir que comenzó mi aventura.

La misión consistía sencillamente en encontrar una calle para entrar en Sins Entido, una tienda de cómics de Chueca y con mucho gusto. Princesita Flamingo marinaba la idea de regalar un cómic que fundiese las ideas de casualidades, blanco y negro, Julio Medem y otros autores, cuyos nombres no recuerdo.

Todo hasta ahí, es perfecto. La calle era fácil de encontrar porque estaba en Chueca y su nombre lo recordaba de haberlo visto escrito el día anterior en uno de muchos carteles que se disponen en las diferentes calles para identificarlas. Pero nadie parecía conocerla y tras casi 15 minutos preguntando sólo un obrero supo indicarnos.

En definitiva, un bonito paseo por Chueca después de una clase que bien podría haber desembocado en una matanza como la de Virginia de profesores y compañeros de clase absurdos por muy brutal que suene.



No obstante y para celebrar el triunfo de una compra sin igual, alumbré a mi querida princesita Flamingo con uno de los lugares más característicos del barrio y terminamos, como no, tomando cañas mientras ella alucinaba por aquellas tapas y precios que jamás había visto.

Conversaciones con doble fondo que bien podrían haberme servido de alimento mientras sentía que las cosas cambiaban estrepitosamente rápido y me deleitaba con segundos como aquellos. Ruidosos con olor a bar pero que realmente, me resultaron fascinantes y de tan deleite para servidora en aquella calurosa mañana en el centro de Madrid.

Mi madre tenía razón pero mi médico con estos dos días de baja me devolvió un tesoro que pensé que había perdido, la perfecta compañía y las tardes callejeando por la ciudad que me enamoró un día.

Gracias por todo y recuerda, siempre capaz. Nos vemos mañana donde siempre, con nuestras miradas, nuestros no-saludos, mensajes de una palabra que rellenan el blanco de nuestras pantallas, nuestras historias y como no, los comentarios en las mentes de la gente que se pregunta, rumorea, conspira y por que no, nos envidia. Nadie puede comprendernos. Siéntete única, porque lo eres.

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2 Respuestas a Comiendo con las manos y sin sentido

David Waldorf dijo...

Bonita entrada. Es bastante agradable leer el texto de una compañera de clase que sabe colocar comas, tildes y expresarse sin que tengas que leer el mismo párrafo cinco veces.

Y Madrid...qué te voy a decir: Madrid es arte, como tú.

Anónimo dijo...

INCREIBLE¡¡¡¡¡¡
Si, me encanta me meter los dedos en la comida jijijijij
(como los niños pequeños)
El regalo, todo un triunfo¡¡¡¡

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