Un arte milagroso desconocido

Todo lector asiduo a mi blog conoce muy bien mis episodios con monjas y tras beberme dos litros de agua para evitar sentir mi boca como un cenicero, a mi cabeza ha venido la inspiración de una nueva entrada a partir del primer milagro que realiza Jesucristo inducido por la Virgen (Juan 2:6-11).

Para aquellos que divagan ahora mismo y sienten la necesidad de salir de dudas sobre si era el milagro de los panes y los peces o el de convertir el agua en vino. Es obvio que hablaba referente al segundo mencionado.

Como aún me queda un atisbo de inteligencia mañanera post-estupor, que mejor manera de documentarme en la Biblioteca Electrónica Cristiana y una página Web que ha sido arte (no tiene desperdicio alguno) desde que me ha dado por entrar en ella (http://www.whoisjesus-really.com/). El texto bíblico dice así:
Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros. Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; más tú has reservado el buen vino hasta ahora. Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.
Yo no soy muy de ir a misa pero acepto que Jesús tenía arte con eso de tocar algo con un dedo y convertir en vino incluso el agua de los charcos si se lo proponía. Anoche, yo hice algo parecido y ése, es el motivo de esta entrada. Realicé mi primer milagro entre el pedo monumental que llevaba y es que no hay madre que por bien no venga.

Al coger el Metro para llegar casa a las siete de la mañana, el sol me mataba pero es que yo seguía atónita con lo que ayer visioné y seguía sin poder creerme nada y menos aún, parpadear del percal vivido. Así todo, muy odio del malo como quién no quiere la cosa.

La verdad es que me gustaría tener un amigo como Jesucristo, conocido en el mundo entero, sin problemas de no llegar a la hora para entrar por listas, que de una copa vacía me sacase un Barceló con Coca-Cola y como no, que te dijese algo como: "Mamarracha, levántate y anda" y todo el pedo desaparecer, cuando te debatieses entre el etílico y la vomitona del siglo.

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One Response to Un arte milagroso desconocido

Anónimo dijo...

Lo milagros no existen solo las circunstancias

la chica de ayer

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