[Cap. 3] Tirate de la Mole, de la Mole tirate

La entrada estaba colapsada por grupos de estudiantes, jóvenes víctimas de esa edad "tontona" clasificada como adolescencia en pleno apogeo. Aquellos crecidos pupilos no dejaban de gritar y de golpearse unos a otros, lo que me tranquilizó bastante puesto que en España, también es típico ese comportamiento absurdo que tantas veces he presenciado a lo largo de los años.


Como era de esperar, al acercarme a semejante grupo de adolescentes cavernícolas descubrí detalles que he intentado olvidar a lo largo de mi viaje y que no he podido borrar aun de mi cabeza, puesto que aquí en España, los revivo cada día en cualquier lugar de esta ciudad, mi ciudad, Madrid.

Detalles tenebrosos y escalofriantes porque Italia ha perdido demasiado caché desde aquellos trajes que se hicieron famosos por películas como El Padrino y que ahora, han sido sustituidos por atuendos un poco mas "periféricos" que no urbanos, pero ¿la moda es la moda? Sinceramente, yo creo que no.

Y allí estaban, poligoneros de pura cepa con gorra de Fuenlabrada, con calcetines por fuera y con zapatillas plateadas, pero eso sí, con sudaderas de D&G como si fuese una vulgar prenda del Carrefour. Es normal, Fuenlabrada crea escuela fuera de las fronteras de la Comunidad de Madrid y de España, pero aún les queda aprender a combinar las cadenas de oro con semejante indumentaria, es su asignatura pendiente y es que España, en el tema de poligoneros esta a la cabeza.

Días posteriores a semejante encuentro, me enteré que Torino también dispone de un lugar de culto para ellos y que para asombro mío, se llamaba Fabrik y estaba a las afueras de la ciudad. Evidentemente, me quedé con ganas de visitar aquel lugar sagrado, pero sin oros no hay paraíso y lo mío de momento, son las dilataciones pequeñas.

La Mole Antonelliana es quizás el museo del cine en el más tiempo he podido pasar, también hay que destacar que es el primer museo del cine que creo visitar a no ser que la sección de DVD's del Fnac posea la misma consideración si hacemos la vista gorda a etiquetas que marcan precios u ofertas.

En fin, que allí estaba yo, rodeada de poligoneros en pleno apogeo adolescente mientras disfrutaba de un museo sin desperdicio alguno, haciéndome fotografías por todos los recónditos lugares que alberga, porque yo no pierdo la cabeza tan fácilmente, tan sólo pienso en lo maravilloso que sería verles "caerse" desde el mirador, cuya panorámica nos muestra todo Torino en su esplendor.

Supongo que museos del cine habrá a patadas, pero Mole Antonelliana sólo una, y por ello, supone el símbolo que mejor puede describir o iconizar a una ciudad como Torino. La palabra arte, se queda corta para describirlo.

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