Hablemos de arte

Odio los domingos y la temática hogareña que en ellos se respira, son el renegamiento clandestino del fin de semana al igual que las tardes de los sábados en los que la televisión sólo te incita a un brusco suicidio para superar el momentazo de hacer zapping y encontrarte a Joselito dandolo todo en Cine de Barrio.

Que la tarde del sábado ya presagiaba lo peor. Una hora de mi vida desperciada en un viaje absurdo a Sol, y gente que mira como si quisiese robarte hasta las bragas, concluyendo que hay mucho hijo de puta últimamente suelto al olor del turista aturdido y para culminar, cuando llego a casa entro en locura y Mariangela ofreciendome café, me rescata del mayor interrogatorio amoroso que he vivido en mi vida. Y en la cocina las dos, ahí, mirandonos sin nada que decirnos, sin cruzar palabra porque mi cara era un poema y en mi frente estaba tatuado: "Gilipollas".
- ¿Quieres ir al Retiro a dar un paseo?
- ¡Vamos!
Y sólo fue preguntarme que si estaba bien y termine contandole mi vida, reabriendo viejas heridas, recordando personas que comenzaban a tener polvo en mi mente, alucinando con sus historias, en definitiva con Mariangela. Porque comprendí que todo el mundo tiene un secreto inconfesable y si lo confiesas deberias morir a manos de La Camorra.

Me aburre estar frente al ordenador en un día como éste, tan absurdo e indiferente como el tiempo pero ni siendo anoche el Diluvio Universal, Mariangela y yo nos hubiesemos quedado en casa, asi que después de discutir sobre el pelo, el bolso, la cena, la hora de quedar con su amigo de nombre impronunciable y de estar haciendo el gilipollas, conseguimos salir a la calle con nuestras compañeras M.

Después de comprender que no era la policía quién nos perseguía sino nosotros a ellos, terminamos nuestro peregrinaje en la Plaza del Carmen donde pudimos beber tranquilamente, mientras las M metían prisa para entrar y yo pensaba que Maura me odiaba por lo del termometro de esta tarde.

Petardeo dentro fuera, fuera dentro, y así, sucesivamente. Y si no que se lo digan a mi compatriota que todo el mundo le comía la oreja con las cuatro gilipolleces que sabemos decir los españoles provincianos. Eso sí, a Antoñito ni tocarlo que es puro arte.

Elástico, me ha aportado este fin de semana grandes daños cerebrales, pero ver a tus compañeras de piso empezar a gritar como auténticas poligoneras disfrazadas de snobs y ponerse a bailar al estilo "Los Pajaritos" mientras el mundo observa atónito es algo que no se lo recomiendo a nadie. Risas, risas y más risas con Mariangela y el percal que estabamos viviendo con las chicas M.

Elástico è Elástico, esa es la conclusión a la que hemos llegado Mariangela y yo, después de una conversación muy profunda mientras me llevaba a casa porque mi etílico estaba en pleno apogeo y yo, luchaba por sobrevivir bajando a casa andando que no es poco.

A destacar mi facilidad de escalar fuentes sin mojarme o caerme y sobre todo, la torpeza de haber visto la muerte cerca después de abrirme la cabeza al darme un brutal cabezazo con el Caixa Forum, sí con el edificio entero y ver como la cara de Mariangela es una mezcla de pánico y descojone que no puede controlar a un personaje como yo en semejante situación.

Lo que ocurre en Elástico, se queda en Elástico ;) para todo lo demás, La niña de las sombras.

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