Taxco es conocida por sus iglesias, la plata y como no, por formar parte de la ruta de “Pueblos Mágicos” al igual que Tepoztlán. Pero nosotros la recordaremos por otros motivos.
Esta bonita localidad se convirtió en la ciudad de la muerte pero no por ello, menos divertido o interesante que los demás. Poncho, Joel y yo sufrimos, de maneras diferentes, en lo que se había convertido en el viaje más terrorífico por México.
Al montar en el coche, mi tripa comenzó a vivir su propia lucha y los tacos de la noche anterior no ayudaron demasiado. Aún tenían ganas de más protagonismo y lo consiguieron. Así que, llegué a aquella ciudad con el estómago dado la vuelta y miedo por una posible necesidad imperiosa de ir al baño.
Joel tiene miedo a las alturas pero para poder observar las vistas de todo Taxco tuvimos que usar un telecabina. Su cara era un poema. Parecía que iba al matadero y la simple vibración al pasar por los raíles de las torres o nuestros balanceos al mirar abajo le hacían aferrarse cada vez más fuerte.
Sus manos sudaban, sonreía nerviosamente y de cada cuatro palabras que conseguía articular, gritar o decir “¡no mames!” era casi un ritual. La vuelta fue igual de frustrante para él hasta que por fin, consiguió pisar el suelo y dejar de hacerse “caca”.
Taxco es como una ciudad-pueblo con taxistas locos que no tienen miedo a la muerte. No recuerdo ver ningún taxi que no fuese el típico Volkswagen Escarabajo del año III a.C.
Afortunadamente, nos tocó un taxista muy simpático y hablador que no paraba de indicarnos cosas que visitar. Sin embargo, no teníamos todas con nosotros y su conducción era lo más parecido a una escena de “A todo gas” dentro de un escarabajo que parecía que se iba a partir en dos.
Llegar a Taxco y no visitar el Cristo Redentor era casi pecado. Por lo que en un acto de turistas hambrientos de monumentos y aún no siendo conscientes de tal siniestra conducción, decidimos hacer una visita antes de marchar de nuevo a Cuernavaca.
Después de casi 15 minutos para llegar a la estatua del Cristo subiendo calles imposibles, sortear coches como si aquello fuese la Formula 1 y 100 metros de marcha atrás. Poncho ya estaba listo para llorar como último integrante del equipo “Cacas”.
Pudimos haber muerto en aquel taxi pero no lo hicimos. Al día siguiente, todos coincidíamos en que Taxco no había jugado una mala pasada pero sin duda, es un viaje que recordaremos por las grandiosas vistas de las que disfrutamos.
Esta bonita localidad se convirtió en la ciudad de la muerte pero no por ello, menos divertido o interesante que los demás. Poncho, Joel y yo sufrimos, de maneras diferentes, en lo que se había convertido en el viaje más terrorífico por México.
Al montar en el coche, mi tripa comenzó a vivir su propia lucha y los tacos de la noche anterior no ayudaron demasiado. Aún tenían ganas de más protagonismo y lo consiguieron. Así que, llegué a aquella ciudad con el estómago dado la vuelta y miedo por una posible necesidad imperiosa de ir al baño.
Catedral de Taxco. |
Joel haciendo uso de su fuerza para agarrarse. |
Vistas desde el final del telecabina. |
Afortunadamente, nos tocó un taxista muy simpático y hablador que no paraba de indicarnos cosas que visitar. Sin embargo, no teníamos todas con nosotros y su conducción era lo más parecido a una escena de “A todo gas” dentro de un escarabajo que parecía que se iba a partir en dos.
Llegar a Taxco y no visitar el Cristo Redentor era casi pecado. Por lo que en un acto de turistas hambrientos de monumentos y aún no siendo conscientes de tal siniestra conducción, decidimos hacer una visita antes de marchar de nuevo a Cuernavaca.
Después de casi 15 minutos para llegar a la estatua del Cristo subiendo calles imposibles, sortear coches como si aquello fuese la Formula 1 y 100 metros de marcha atrás. Poncho ya estaba listo para llorar como último integrante del equipo “Cacas”.
Vistas desde Cristo Redentor. |
One Response to Taxco
todo caca ajajajajaja
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