Una fiesta sin igual

Durante todo este tiempo por México, he visto diversos atisbos del estereotipo mexicano que el resto del mundo tiene sobre ellos. Sin embargo, esos ejemplos eran tan sumamente ligeros que no merecían ningún tipo de mención especial porque ni siquiera me llegaban a sorprender del todo.


El día 8 de diciembre amaneció soleado. Agarré mis gafas de sol y me fui de charrería con Joel y su familia. Lo que al principio comprendía como una competición de caballos pronto se convirtió en el mejor evento al que he podido acudir durante toda mi estancia en este país.

Decir que una charrería es una fiesta de pueblo con competición enla que se mueve mucho dinero es decir poco. Supera cualquier expectativa y allí estaba yo, más emocionada que otra cosa.

Supongo que a día de hoy me sigue resultando complicado explicar qué es una charrería y cómo describirlo. Sin embargo, allí es donde el mexicano de sombrero grande hace aparición con el traje típico, el lazo, las botas y montado en su caballo dispuesto a "colear".

Durante toda mi vida siempre creí que esos sombreros no pesan. Sin embargo, el tío de Joel quería deshacerse del suyo durante un tiempo y me lo encasquetó a mi. Descubrí que son mucho más pesados de lo que la gente piensa y me sentía como mareada del movimiento de mi propia cabeza. A fin de cuentas, es un casco que usan cuando montan a caballo.

Disfruté como nunca antes lo había hecho formando parte de una tradición tan lejana a mi como origen de las charrerías. Me emocioné al ser consciente de todo lo que había a mi alrededor y sentir tantas sensaciones de golpe.

Resulta que Joel forma parte de la familia Maldonado. La cual es muy conocida en el mundo de las charrerías y de los caballos. Su bisabuelo fundó el lienzo donde se llevaba a cabo el evento, su padre era el organizador y encima, sus tíos participaban también.

Me pasé todo el día bebiendo tequila con agua gasificada y Coca Cola, viendo como los hombres competían por derribar al toro, monte a caballo con Joel cuando la competición hubo terminado y bailé canciones norteñas sintiéndome una más del lugar.

Ganó quién no quería que ganase pero fue divertido desde el principio hasta el final. Más de seis horas de tradición y diversión contínua con una escapada furtiva de uno de los toros al más puro estilo Impacto TV.

Me quedo con la sensación de haber vivido Mexico en estado puro con este evento y sinceramente, sigo sin palabras. Ni Teotihuacan haría sombra a ésto, en serio.

Próximamente las fotografías :) 

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